Por Gabriel R. Reyes Rivera, estudiante universitario
El escritor chileno Pablo Neruda, ganador del Premio Nobel, inmortalizó lo que sintió al llegar a la capital de Chile, Santiago, al compararse con un jinete salvaje que decía “y me quedé inmóvil en ti como un caballero de bronce: y desde entonces soy ciudad”. Concuerdo con las palabras de Neruda. La verdad es que Santiago tiene algo especial. Uno se siente muy acogido por el imponente abrazo desde la cordillera de Los Andes. Asimismo, es una ciudad vibrante y que llama a la libertad.
Llegué a Santiago el 6 de enero de este año para participar en el programa TFAS de The Fund for American Studies, al cual había sido aceptado. TFAS en Santiago es un programa intensivo sobre economía política latinoamericana ofrecido en colaboración con la Universidad de Los Andes (CL). El currículo cubre los fundamentos de una sociedad libre según la teoría económica. Mientras las clases eran una combinación de teoría y práctica en aulas entre Valparaíso y Santiago, debo decir que recibí las lecciones más memorables en las conversaciones que se dieron en la ida o al regreso del campus, hotel o cualquier “Think Tank”, sede de gobierno o centro cultural que estuviera en nuestro programa del día.
El grupo de estudiantes estaba compuesto de 57 personas, algunas de ellas ya profesionales. Había venezolanos, brasileños, uruguayos, chilenos, un griego y, por supuesto, tres puertorriqueños. Para mí las sesiones se caracterizaron por un nivel de diálogo altísimo y lo más que recuerdo es que ninguna de ellas terminó como comenzó. Estimulado por el Profesor Nikolai Wenzel, el ambiente era dinámico. La teoría sirvió de pretexto para imaginar futuros posibles para nuestros países. Al reflexionar sobre mi experiencia me vienen a la mente las palabras de Miguel Bosé en su canción, “Nada Particular”, donde clama por una isla en medio del mar que se llame libertad. Con licencia poética, me permito decir que, desde aquel salón, rodeado por Los Andes, jóvenes de toda Latinoamérica invocaron libertad.
Ahora bien, ¿qué es la libertad? Aunque no pretendo hacer una disertación o hablar por otras personas, quiero compartir algunos ejemplos que recogí en Chile. Para una venezolana, la libertad es que sus compatriotas en la diáspora puedan votar en las elecciones de su país. Mientras que, para un estudiante de medicina chileno la libertad significa aumentar la participación de ciudadanos, fuera de los círculos políticos, en la toma de decisiones. Para una persona oriunda de Nicaragua la libertad es poder alzar y ondear la bandera nicaragüense en su propio país. Finalmente, para un estadounidense, la libertad es que los jóvenes puedan emprender más fácilmente.
En Santiago aprendí que la libertad no es una idea política o académica. Por el contrario, comprendí que la libertad es una forma de vivir y que cada persona la vive distinta. La libertad se percibe de diferentes maneras, incluyendo que cada cual pueda progresar y lograr su proyecto de vida, así como tener acceso a educación de calidad,y la habilidad para tomar decisiones en plena libertad y sin ninguna intervención.
Regresé de Chile con memorias inolvidables y, sobre todo, con ideas por las cuales trabajar y luchar desde Puerto Rico para que cada persona pueda tener una isla llamada libertad.